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viernes, mayo 9

"VIVIR EL PERDÓN" (Jorge Lomar)


LA IMAGINARIA NECESIDAD DE ATACAR

Hoy día, en el campo terapéutico, es muy habitual hablar de programas, guiones o patrones mentales. El desarrollo de la informática nos ha familiarizado con estos términos, lo que ha facilitado la comprensión de algo que ya veníamos constatando: el hecho de que, en gran medida, nuestra mente está programada.

Ya hemos visto que el personaje es la parte de tu mente sometida a los programas. Es tu programa personalizado con el cual estás identificado, es decir, crees a un nivel profundamente sentido que eres ese juego de programas característicos o rasgos que constituyen tu personalidad. Esta, unida a la historia de tu vida –lo que puedes recordar tal y como lo interpretes- y a la forma de tu cuerpo, constituye la persona que crees ser.

En realidad, todo ello es memoria. Tu cuerpo es una memoria biológica codificada. Tu historia es pura memoria. La memoria es una programación que afecta y define tu presente. Igual que los rasgos de tu personalidad, todo es parte de un juego de programas. Estamos tan fuertemente condicionados por el pasado y nuestras interpretaciones de la realidad que, al vernos totalmente imbuidos en el personaje que interpretamos, nos da la impresión de que es imposible escapar de la película que se rueda en la propia mente.

La verdadera evolución es de la conciencia, y consiste en la desprogramación de todos los patrones que limitan nuestra mente, los cuales son ramificaciones complejas de un mismo sistema de pensamiento al que llamo el programa ego.

LAS TRES DEFENSAS DEL EGO

El programa intenta impedir por todos los medios que te hagas consciente de él. Para ello, desarrolla una estrategia muy amplia, aunque enseguida puedes percibir tres defensas básicas. Es interesante estudiarlas ahora para poder identificarlas cuando aparezcan en tu mente.

La primera defensa: no puedes

Será la primera defensa que verás en tu mente cuando practiques el perdón. Seguro que ya estás acostumbrado a que aparezca ante tus intentos de elevarte por encima de ti mismo. El programa insistirá mucho para hacerte creer que eres impotente frente a él. Te insuflará constantes pensamientos de fracaso, de pereza, de hastío ante los avances de tu conciencia. No puedes. Es muy difícil. Es imposible. Soy incapaz. Nunca lo conseguiré. Necesita hacerte creer que no puedes liberarte de los hábitos mentales, del pasado, del subconsciente, de él mismo. Pone todo su empeño en que desistas y abandones el intento de alcanzar la comprensión, haciéndote creer que es inútil todo esfuerzo y todo trabajo interno. Su argumento más persistente consiste en convencerte de tu debilidad, la cual proviene de verte a ti mismo como un cuerpo y una historia en lugar de como mente.

No puedes es el victimismo, la impotencia y la incapacidad. Principalmente, consiste en la creencia generalizada de que eres impotente para cambiar tu percepción, liberarte de los programas, vivir sin ellos e incluso sin sufrimiento. El victimismo está directamente relacionado con la identificación con los programas o automatismos reactivos internos. Uno llega a creer que esos programas son su identidad y se transforma en víctima de ellos.

La primera defensa del ego es el victimismo. No puedes deshacerte de tus programas, de tus hábitos mentales, porque eso eres tú. La depresión es el grado profundo de identificación con el personaje víctima, el máximo triunfo del programa.

La primera defensa del ego dice: tú no puedes liberarte de mí, porque tú eres yo.

La segunda defensa: no mires

El principio fundamental del sistema de creencias del ego consiste en que, en tu esencia, eres algo horrible y lo mejor que puedes hacer es no mirar adentro, ya que, si vieras lo que eres en el fondo, quedarías espantado y no lo podrías soportar. Por esta misma razón, más vale que nadie te llegue a conocer de verdad. Es mejor tapar lo de dentro. Esta sensación inconsciente de ser inadecuado ha sido llamada también “pecado original” y viene a decir que tu esencia es el mal, una especie de error esencial por el cual sufres cada día. Esta ilusión es la base del ego.

La segunda defensa del ego dice: no mires adentro, porque te dolerá ver que eres basura. Sin embargo, eso que ves no eres tú. La comprensión te lleva a ver el programa y su funcionamiento. Tan sólo estás viendo lo falso, los personajes de la función de teatro que ha montado el programa.

Mientras practiques el perdón, el programa aprovechará cada toma de conciencia que asome a tu mente para hacerte sentir culpable. Mira lo que has visto, sin duda eres malo. Su función consiste en reemplazar la comprensión por culpa. Así, cuando veas el programa, te identificarás con lo falso y de nuevo te sentirás equivocado. De este modo asocia la toma de conciencia con la dolorosa culpa, te desmotiva y otra vez vuelves a la primera defensa. Te hará creer que la felicidad es la inconsciencia.

Sin embargo, si te permites ser de un modo amable y escuchas a tu interior desde el silencio, es decir, si sigues mirando sin escuchar el programa y confiando en la comprensión, llegarás a ver lo que realmente eres en cada experiencia de perdón auténtico: luz, comprensión, amor, inteligencia. Esto es lo que más teme el ego, pues dejarás de necesitarlo a medida que asome el conocimiento de tu realidad...