Rashiel me
enseñó muchas lecciones, pero una de las más importantes que me inculcó fue la
del respeto hacia los demás. Con él aprendí a respetar creencias, a no
despreciar otras religiones, otras ideas. Si conectaba con un ser que
supervisaba mi vida, y además me sentía satisfecho, ¿qué podría discutir al que
creía en algún dios? ¿O al que no creía? ¿O al que creía en sí mismo? Todas las
posturas son aceptables.
Aprendí
también que es inútil impedir que otros dejen de creer en lo que son. Somos lo
que diseñamos con nuestras mentes. No puedo interponerme en sus ideales o
prohibirles que hagan lo que han hecho toda su vida, lo que creen que tienen
que hacer. Tal vez lo mejor de nuestro mundo sea el contraste. Quizá la
variedad lleve al equilibrio perfecto.
Rashiel fue
una bocanada de aire fresco. Luego se transformó en mi respiración y, cuando me
di cuenta de que era yo mismo, me quedé sin aliento. Comprendí que ya no tenía
ese respaldo ficticio de alguien coordinando todas y cada una de las acciones
de mi vida, que me acogía bajo su ala cuando los planes se desviaban. El
descubrimiento de la verdad fue como la palmada al recién nacido, para aprender
a respirar en el nuevo mundo.
Tras ese tremendo golpe moral, me mantuve alejado de mi mundo interno durante… No recuerdo cuánto tiempo pasó, pero el suficiente para cambiar de vida por completo. Hoy día dedico gran parte de mi tiempo a meditar, a encontrarme a mí mismo, es una de las actividades más sanas que puede realizar un ser humano.
En nuestra
vida cotidiana actuamos bajo pautas predeterminadas. Actuamos por creencias
subconscientes, por costumbres. Hacemos lo que hacen los demás, lo que dicen
que está bien. Somos autómatas, ignoramos la razón de nuestro estatus, nuestro
empleo, nuestro sueldo, nuestros amigos… Pensamos que vienen sin más, que tiene
que ser así. Nuestro interior no concibe otra manera. Decimos creer en nosotros
mismos, pero alcanzamos metas que, al fin y al cabo, se basan en convicciones,
en valores inculcados por otros.
Al meditar a
diario comenzamos a comprender. Esta actividad ha cambiado mi vida de modo
radical. Ahora que he adquirido el hábito de desarrollarla, me doy cuenta de
que puedo planificar mi historia, tomar decisiones basadas en el conocimiento
interno de mí mismo, ser libre, crear abundancia y amor para todos, encontrar
el sentido a la vida y, en especial, sentirme correspondido.
La
meditación es la llave para tomar iniciativas, conectando con el alma.
Encontrándote a ti mismo, te haces sonreír y llorar de felicidad. Persigues el
sueño que siempre has querido y, si la rutina cotidiana de la vida consciente
hace que le pierdas la pista, lo recuperarás cuando medites al día siguiente.
Forjando el camino de lo que quieres, educarás tu alma y tu subconsciente
grabará a fuego todos tus buenos deseos, porque con ellos te sentirás bien.
Rechazarás los negativos, porque tu estado natural de felicidad no los acepta.
La meditación es el camino más sencillo y rápido para alcanzar logros
personales.
Cuando
meditas, analizas lo que deseas y ves que obtienes lo que has deseado. Si no
tienes otra vida es porque tu interior no acepta que puedas alcanzarla. Rashiel
hizo especial hincapié en que hay que cambiar las creencias, la forma de
pensar, la mentalidad. ¿Qué ocurriría si nuestra mente creyera que puede lograr
cualquier cosa? ¿Qué realidad te haría feliz? ¿Qué situación colmaría las
ansias de tu alma? De todo lo que pienses es posible que nada se cumpla,
simplemente porque no crees que se pueda cumplir. Por el contrario, si esas
ideas entran en tu cabeza, entonces entrarás en la ruta adecuada. No temas,
seguro que muchos de tus deseos ya se han hecho realidad. Has elegido lo que
has querido tener y lo que no. Eres libre para elegir qué hacer con tu vida y
cómo vivirla.
A menudo se
habla del destino de las personas. Algunos creen que el suyo está escrito y
que, por mucho que se esfuercen, el desenlace será irremediable. Esa actitud
lleva a un estado de pasividad, pero cualquier persona puede cambiar su vida
sólo con tomar la decisión y actuar en consecuencia. Nuestra vida está marcada
por nuestra voluntad, que a su vez esconde una idea, una intuición. Muchos se
quedan en la mera intención y no dan el paso que les llevaría a realizar alguna
acción previa a la consecución del deseo. En ese paso nace la voluntad. No
somos más que nuestro deseo de ser. Cada acto que realizamos responde al deseo
interno, a la voz del alma, al subconsciente.
Con
frecuencia no sabemos mirar hacia nuestro interior. Yo tuve la suerte de
conocer a Rashiel y vivir una experiencia inolvidable que puede hacerte grande
a ti también. Cuando aprendas a mirarte y a descubrir tus verdaderos deseos, te
darás cuenta de que la vida cotidiana te aleja miles de leguas de ser tú mismo.
Las trampas se ocultan en un comentario, en una imagen, en un anuncio, en el
estilo de vida de un tercero, incluso en un recuerdo que hace aflorar el temor.
Cuántas veces hemos tenido la inquietud de realizar algo, de sentirnos felices
y, en otras tantas ocasiones, hemos escuchado la opinión de algún amigo o
familiar que, desde su honestidad, ha echado abajo tu ilusión.
A veces
nosotros mismos, refugiados en nuestra educación tradicional o en el miedo al
qué dirán, echamos por tierra nuestras ilusiones y aspiraciones. Algunos no
llegan ni a conocer las suyas. Sin embargo, el subconsciente te habla, te
empuja, te envía ese mensaje y te infiltra ese deseo, ese instante feliz en el
que, sin saberlo, has estado a solas contigo mismo.
Imagina
cuánto puedes descubrir si adquieres el hábito de meditar unos minutos todos
los días, cuánto convencimiento si te dejas llevar por tu alma, cuántos lo han
hecho, cuántos han triunfado: personajes históricos cuyos bellos proyectos
quedarán para siempre en el recuerdo, en la historia de la humanidad. Ellos
hicieron caso a su voz interior, ésa que te empuja a ilusionarte. ¿Por qué
rechazarla si, en cuanto la escuchas, te sientes feliz?
Una de las
cosas más difíciles en la vida es saber qué quieres de ella. En verdad es
difícil, pero no tanto. Si te concedieran un puñado de deseos, ¿qué pedirías?
¿Cómo serían? Identificar lo que queremos ser no es tan engorroso. Yo lo he
conseguido gracias a la meditación diaria pero, si aún crees que eso no es para
ti, plantéate escribir cada día, cuando estés a solas, qué te gustaría ser en
la vida. Escribe lo primero que te venga a la cabeza. Escribe, escribe y
escribe. No pienses ni memorices. Escribe y graba tus deseos en un papel,
guardándolo donde sólo tú tengas acceso. No lo compartas. Olvídate de él. A la
semana siguiente, escribe una vez más qué te gustaría ser o hacer. Hazlo
durante varias semanas. Recoge tus papeles y comprobarás que los deseos que más
se repitan son lo que quieres realizar, al menos en ese momento. ¿A qué
esperas?
Cuando uno
se habitúa a meditar, a menudo lo que desea de manera consciente no se
corresponde con su realidad interna. Lo que deseamos en nuestro mundo
consciente responde a arquetipos y valores para los que creemos que tenemos
cualidades. Sin embargo, cuando te encuentras a ti mismo, en paz absoluta,
descubres tus cualidades verdaderas, ésas por las que te sientes atraído y te
hacen sentir bien. Tu inspiración y motivación reales son fácilmente
identificables. Lo sabrás cuando las encuentres. Que no te sorprenda que
difieran de las que se suponía que te eran adyacentes.
No hay
respuestas equivocadas. Lo que quieras ser te llevará a un estado de felicidad
mayor que en el que te encuentras en el transcurso de una vida normal. Salirse
de la cotidianidad se interpreta como un acto de rebeldía hacia uno mismo, pero
no lo es. Es ser feliz. Cada logro te llevará a un estado mejor. Aunque la
satisfacción será plena, pronto se desvanecerá. Tu alma buscará más y volverás
a tomar la iniciativa. Ninguna acción es errónea. La búsqueda de tus metas es
el camino de la felicidad. Nadie podrá quitarte esos buenos momentos.
Cuando
aprendí a educar a mi alma con mensajes positivos, di un salto de gigante. En
realidad no había hecho más que fomentar mi autoestima. Ahora que conozco la
verdad sobre quién era Rashiel, me doy cuenta de que esta parte de mi
aprendizaje fue vital.
Cuando
desarrollé un nivel alto de autoestima, me convertí en alguien independiente e
inmune a las opiniones buenas o malas de los demás. No era menos que nadie.
Podría vencer cualquier contienda. Los problemas no son sino desafíos, retos a
superar. Si cada uno de nosotros entendiera esto, la vida se transformaría en
lo más maravilloso. No es que yo, por el hecho de desarrollarme a través de
Rashiel, posea un don especial. No, puede conseguirlo cualquiera.
Muchos se
preguntarán cómo tener una autoestima elevada si su realidad es caótica,
desastrosa, penosa. La vida es como es y nuestra mente la titula de una manera
u otra. Esa valoración crea un sufrimiento que permanece en el tiempo. A menudo
los problemas no son más que juicios; en otras ocasiones, tienen una
trascendencia mayor. En algunas situaciones nos quedamos de brazos cruzados sin
inmutarnos ante el presente, sin aceptarlo, etiquetándolo y sufriendo dolor.
Tras admitir en nuestra interioridad el presente, actuaremos sobre él. Se suele
actuar contra uno mismo, pero nunca sobre uno mismo. Nuestra vida cambiaría si
convirtiéramos los problemas en aliados, no en enemigos, buscando en nuestro
interior y dándoles solución.
Hay tantas
cosas al alcance de uno mismo, de un atrevimiento, de una mirada hacia el
interior, de una decisión; y tanto que perdemos por no hacer caso a nuestra
alma. Hay tanto por sentir.
Cuando te acostumbras a meditar ya no puedes vivir sin esos momentos, donde el ego desaparece y sientes tu presencia, aunque nuestro cuerpo parezca insignificante en el mundo material. En ese estado conoces tu energía y todo lo que puedes elegir. Nuestra mente tiende a ser disfuncional. Un gran porcentaje de las decepciones conscientes reside en los mensajes negativos. Inconscientemente podemos dar la espalda a una vida plena, sin asumir los problemas como retos solucionables. Pero ello no es disculpa. Debemos conseguir el triunfo en todos los campos, por eso es importante nuestro diálogo interno. La vida encierra tantos secretos, todavía por descubrir en el corazón interior.
La mente no
distingue lo que ves de lo que imaginas, no sabe si le enviamos instrucciones
reales o no. No distingue el pasado, el presente o el futuro. El concepto
“tiempo” empequeñece en la inmensidad del Universo. El tiempo no existe en
nuestra mente. Sin embargo, cuando meditas y encuentras tu alma, notas fluir la
energía, la esperanza… y tu cuerpo se renueva.
La energía
de la que estamos formados realiza saltos cuánticos y crea la realidad de una u
otra manera. Conforma nuestra realidad con cada elemento material del que somos
conscientes. Todo es uno, todos somos uno, tú formas parte del todo.
Cuando críticas
a otra persona sientes liberación y alivio, porque consideras que otros están
peor que tú. Sin embargo, te estás destruyendo a ti mismo. En realidad estás
hablando de ti, porque o bien careces o bien deseas lo que criticas. Es
preferible centrar tus pensamientos en comprender, en lugar de criticar.
Esta
comprensión conduce a uno de los mejores consejos que Rashiel me dio, desde el
interior de mí mismo: eres el dueño de tu vida, de tu futuro. Tienes el deber
de tomar las riendas, ser feliz y hacer felices a los demás.