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jueves, enero 13

"SÓLO EL AMOR ES REAL" (Brian Weiss)

 Nuestra tarea es aprender, llegar a ser divinos a través del conocimiento. Sabemos tan pocas cosas… Gracias al conocimiento nos acercamos a Dios, y entonces podemos descansar. Después volvemos para enseñar y ayudar a los demás.

Prólogo

He recorrido un largo camino desde el día en que me di cuenta de que la vida humana es algo más maravilloso y más profundo de lo que me había hecho creer mi rigurosa formación médica.

Cuando conocí a Catherine, la paciente cuya historia se cuenta en mi primer libro, “Muchas vidas, muchos maestros”, ya había publicado varias decenas de trabajos científicos y adquirido reconocimiento internacional. Con ella entré en contacto, en forma repentina y sorprendente, con lo espiritual. De modo inexplicable, Catherine empezó a revivir lo que parecían recuerdos de vidas anteriores. Y lo que es más, todos sus síntomas clínicos mejoraron a través de ese proceso de regresión. Empecé a descubrir la armonía existente entre ciencia e intuición, y mi vida también cambió.

Hoy sabemos que por sí solas, la tecnología y la ciencia son incapaces de resolver nuestros problemas. Sólo cuando se emplean con iluminación y sabiduría puede ayudarnos de verdad. Tenemos que encontrar el equilibrio adecuado, y el amor es la piedra sobre la que se basa el equilibrio.

En Los mensajes de los sabios me he referido a la energía común a todas las experiencias metafísicas: la reencarnación, la naturaleza del alma, la curación, los dones de los médiums y, sobre todo, a la increíble sabiduría de los Sabios, seres que parecen existir en el ‘otro lado’ de esta vida.

Las ideas y conceptos contenidos en sus mensajes son como semillas singulares que han crecido y madurado en mi mente a lo largo de los años hasta convertirse en preciosas flores.
Este pequeño libro está integrado por una selección de textos contenidos en esa obra, que espero sirvan a los lectores como fuentes de reflexión e inspiración en su búsqueda de lo realmente importante: el crecimiento espiritual, la alegría, la paz, la vida eterna… y sobre todo, recordarles el poder del amor, porque sólo el amor es real.

¿Qué es el amor?

El amor es la respuesta de a todo.
El amor no es una abstracción, sino una energía de verdad.
Empieza a entrar en contacto con Dios en tu interior.
Siente el amor.
Expresa el amor.
El amor disuelve el miedo.
Cuando se siente amor no puede temerse nada.
Como todo es energía,
y el amor abarca todas las energías,
todo es amor.

Nuestros corazones conocen el camino de la felicidad y la paz interior. Prácticas espirituales como la meditación y la oración nos recuerdan lo que ya sabemos. Cuando nos olvidamos del mensaje de nuestro corazón y caemos en la rutina y en los baches de la vida, nos sentimos insatisfechos y desdichados.

Nuestra perspectiva está borrosa, hemos olvidado nuestro plan de vida, nos hemos perdido.
 

El remedio es sencillo.

Dedica tiempo a recordar tu divinidad, tu naturaleza espiritual. Recuerda por qué estás aquí.


La meditación es una forma de despertar la memoria.

La meditación es el arte de poner la mente en blanco para acallar la cháchara perpetua que normalmente llena nuestra conciencia. En la tranquilidad de la mente silenciosa, empezamos a ser observadores, a tomar distancia y, con el tiempo y la práctica, a darnos cuenta de que existe un nivel de conciencia superior.

Dentro de nuestras formas humanas hay un ser espiritual. Nuestra parte espiritual nunca muere. Jamás perdemos a nuestros seres queridos. En realidad, todos los seres humanos estamos conectados… para siempre.

Cuando tenemos experiencias espirituales, casi siempre evocamos la energía del amor.
Esa forma de amor es incondicional, absoluta e ilimitada.

Es como un impulso de energía pura, una energía que también posee atributos de gran fuerza, como la sabiduría, la compasión, la eternidad y la conciencia sublime.

El amor es la energía más básica y dominante que existe, Es la esencia de nuestro ser y nuestro universo. Es el componente fundamental de la naturaleza que conecta y une todas las cosas, a todas las personas.

La energía del amor es, en potencia, más fuerte que cualquier bomba y más sutil que cualquier hierba.

Lo que sucede es que aún no hemos podido aprovechar esa energía tan básica y pura. Cuando lo consigamos, podrá darse una curación en todos los niveles, individualidad planetaria.

Nuestras almas siempre se sienten atraídas hacia el amor. Cuando comprendamos de verdad el concepto de que el amor es energía que lo abarca todo y que su impulso curativo puede transforma con rapidez nuestros cuerpos, mentes y almas, superaremos nuestros males y nuestros dolores.

Dios es paz. Dios es amor.

Nos hemos olvidado de que, puesto que hemos sido creados a imagen divina, Dios está en nuestros corazones y somos criaturas de paz, seres de amor y divinidad.

Sólo hay una religión, la del amor.

Sólo puede haber una, porque sólo hay un Dios, el Dios de todos nosotros. Tenemos que amarnos los unos a los otros, porque el amor es el camino. De lo contrario nos condenaremos a repetir curso tras curso, hasta que aprendamos la lección del amor.

Sólo si nos deshacemos de nuestros miedos, si vemos a la gente de otras religiones como iguales, como almas como nosotros que van camino del cielo, podremos amar en un sentido auténtico, incondicional. Todos somos lo mismo.

Todos remamos en la misma galera. En nuestras muchas reencarnaciones, hemos sido de todas las religiones, de todas las razas.

El alma no tiene raza, no tiene religión. Sólo conoce el amor y la compasión.

Todos somos seres divinos. Hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado. Y para volver a casa tenemos que recordar el camino. Como los radios de una rueda de bicicleta, todos los caminos indicados por las grandes religiones llevan al mismo centro, a la devoción y la iluminación.

No hay un camino mejor o peor que otro.

Hay grandes verdades, belleza y sabiduría en todas las grandes tradiciones religiosas. No es necesario que abandonemos nuestra tradición. Al fin y al cabo, unas prefieren las rosas, y en cambio a otros les gustan más las flores silvestres o los girasoles. Todas tienen su belleza propia y Dios hace que el mismo sol las ilumine, que la misma lluvia las alimente. Son distintas, pero todas son especiales.

La lluvia cae sobre malas hierbas igual que sobre las flores,
y el sol brilla en las cárceles igual que en las iglesias.
La luz de Dios no discrimina,
y tampoco la nuestra debe hacerlo.
No hay un único camino, una única iglesia,
una única ideología. Sólo hay una luz.
Cuando caen las barreras,
todas las flores pueden florecer juntas en un jardín de esplendor sin igual,
un paraíso terrenal.

Recordar que somos almas, que somos inmortales y que existimos siempre en un vasto mar de energía es la clave para llegar a la alegría y a la felicidad. En ese mar energético, toda una serie de espíritus que están para ayudarnos nos conducen por el sendero de nuestro destino, nuestro viaje evolutivo hacia la conciencia de Dios.
 

No competimos con ninguna otra alma: nosotros tenemos nuestro sendero y ellos el suyo. No se trata de una carrera, sino de un viaje que emprendemos juntos hacia la luz de la conciencia.

Las almas que han progresado o evolucionado más tienden una mano con amor y compasión a las que se han quedado atrás. La última alma que completa su trayecto no vale menos que la primera. Todo es crecimiento y aprendizaje, un crecimiento continuo. El cuerpo no es más que un vehículo que utilizamos mientras estamos aquí. Lo que perdura eternamente es el alma y el espíritu. Nuestras almas existen en una corriente de amor energético. Nunca nos separamos realmente de nuestros seres queridos, aunque nos sintamos alejados y faltos de amor. Olvídate del pasado. Ya no volverá. Aprende de él y déjalo en paz. La gente madura y cambia constantemente. No te aferres a una imagen ilimitada, desconectada y negativa de una persona en el pasado. Mírala como es ahora. Tu relación con los demás esta siempre viva, siempre en continuo cambio.
Cuando las religiones hablan de la naturaleza de Dios, siempre se menciona el amor. Eso se cumple en todas las religiones y nos une a todos. Todos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y Dios está dentro de todos. Nuestra naturaleza básica se basa en el amor, la paz, el equilibrio y la armonía.


Nuestra esencia innata es compasiva, cariñosa y buena.
No nos hace falta aprender qué son el amor y el equilibrio, la paz y la compasión, el perdón y la fe. Los conocemos desde siempre. Anhelamos la Ilusión de seguridad, en lugar de la seguridad de la sabiduría y el amor.


La verdadera seguridad deriva de la paz interior y del conocimiento de nuestra esencia auténtica, que es espiritual. En realidad nada puede hacernos daño, porque somos inmortales y eternos, porque somos seres espirituales, no cuerpos físicos, porque siempre hay quien nos ama y nos protege, porque nunca estamos solos, porque Dios y todo un ejército de seres amorosos nos protegen siempre, porque todos tenemos la misma esencia. Así, pues, no hay por qué tener miedo.

Esta verdad es el secreto de nuestra seguridad y de nuestra alegría. Eres un carpintero que está construyendo su hogar espiritual. ¿Cuántos martillos hacen falta para levantar tu hogar espiritual? ¿Qué es mejor, mil martillos o uno perfecto? Lo que cuenta es la calidad de la casa, no cuántos martillos tiene el carpintero. Dedicamos demasiado tiempo a acumular martillos y no el suficiente a construir nuestro hogar espiritual.

El amor lleva a la comprensión. La comprensión lleva a la paciencia. Y entonces se detiene el tiempo, y todo pasa aquí y ahora. La comprensión es lo que cura, y a través de ella se renueva eternamente el amor y se manifiesta. Al ir comprendiendo nos deshacemos de los miedos. Al ir deshaciéndonos de los miedos, desaparecen los obstáculos que nos impiden alcanzar el amor y éste fluye con libertad en nuestro interior y entre nosotros.

En nuestra vida terrenal, es difícil recordar que somos almas y no simples cuerpos físicos. Constantemente nos distraen las ilusiones y desilusiones de este mundo. Nos enseñan que el dinero, el poder, y el prestigio y las posesiones materiales son de suma importancia y a veces incluso el motor de nuestras vidas.

Nos enseñan que para ser felices tenemos que lograr que los demás nos aprecien y nos respeten. Estar solo, nos dicen, es ser desgraciado. En realidad somos seres inmortales que nunca se separan energéticamente de los que aman. Tenemos almas gemelas y familias espirituales que son eternas. Los espíritus guardianes nos guían y nos aman siempre. Nunca estamos solos.